Decía Unamuno “que inventen ellos”,
cosa que afortunadamente desoyeron grandes mentes como Isaac Peral, Emilio
Herrera o Leonardo Torres Quevedo. Para quienes no conozcan a este último, Leonardo Torres
Quevedo fue un ingeniero de caminos, matemático, visionario e inventor español
que desarrolló su actividad a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Nuestro
Leonardo no fue un genio tan polifacético como Da Vinci, pero dentro del campo
de la tecnología y de la ciencia abarcó muchas áreas donde destacó su
creatividad e innovación. Desarrolló proyectos en el sector de la aeronáutica,
el transporte, el control remoto, la computación y la inteligencia artificial. No
era un hombre del Renacimiento, pero sí fue pionero de avances tecnológicos que
hoy en día se nos antojan cotidianos y a la postre, fruto del trabajo de los ingenieros
de países tecnológicamente más avanzados.
Leonardo Torres Quevedo nació en Santa Cruz de Iguña
(Cantabria) a mediados del siglo XIX,
concretamente el 28 de diciembre de 1852. En 1876 culminó sus estudios de
Ingeniería de Caminos, siguiendo los pasos
de su padre, y al igual que éste trabaja en la misma empresa de ferrocarriles
donde estaba empleado su progenitor. Su inquietud le empuja a abandonar su
puesto y viajar por Europa para conocer de primera mano lo más novedoso en
cuanto a ciencia y tecnología. El fin de
este viaje le condujo a Santander, donde emprendería el estudio y la
investigación de muy diversos proyectos,
siendo los primeros de éstos los transbordadores, plataformas
suspendidas por cables gracias a las cuales se podían salvar accidentes
geográficos que de otro modo precisarían la construcción de un puente. Fruto de
este esfuerzo fue un transbordador suspendido que cruza las cataratas del
Niágara. El Spanish Aerocar sigue en funcionamiento desde 1913 y es una de las grandes atracciones turísticas
de la zona.
No contento con su éxito en el diseño de transbordadores, su
inquietud por aprender cosas nuevas le lleva a la capital de España y se
integra en la vida cultural de Madrid. En esa época es cuando empieza a
estudiar aplicaciones en inteligencia artificial, con proyectos como “El
Ajedrecista” y en ciencia de
computadores, publicando trabajos sobre
máquinas algebraicas, y su trabajo titulado “Ensayos sobre Automática”, así
como 1903 la patente del telekino , uno de los inventos más
importantes en los que trabajó, reconocido como
el primer mando a distancia por radio por el IEEE en el año 2006. Se trata de un sistema de control que Torres
Quevedo aplicó para desarrollar un barco
no tripulado. La idea de un vehículo no tripulado, algo muy cotidiano hoy en
día, le surgió tras evaluar los riesgos que tenía que afrontar los pilotos de
pruebas, no de un barco, sino de un aparato volador, ya que Torres Quevedo
también estaba desarrollando globos y dirigibles. Este último fue precisamente otra de sus más
importantes contribuciones a la tecnología en nuestro país. En 1902, Leonardo
Torres Quevedo presentó en la Academias de Ciencias de Madrid y de París la memoria del proyecto de un globo
dirigible, que finalmente vio la luz en la forma del dirigible "España".
En los últimos años
de su vida Torres Quevedo dirigió su atención al campo de la pedagogía, a
investigar aquellos elementos o máquinas que podrían ayudar a los educadores en
su tarea. Patentes sobre las máquinas de escribir, de paginación marginal de los manuales, de un puntero proyectable y de un proyector didáctico.
Leonardo Torres Quevedo es un personaje clave en el ámbito de la ingeniería española,
Presidente de la Sociedad Matemática Española cargo que ocupó hasta 1924,
Doctor Honoris Causa por la Sorbona de París en 1922 y Miembro Asociado de la
Academia de Ciencias de París. Fue un
decidido partidario del idioma internacional esperanto, que apoyó, entre otros
lugares, en el Comité de Cooperación Cultural de la Sociedad de Naciones..