Si el proyecto del SAX-40, dentro de la llamada "silent aircraft iniciative" sigue adelante, muchas poblaciones cercanas a los aeropuertos están de enhorabuena. La cuestión es que esta aeronave, si algún día ve la luz, lo hará dentro de unos veintiocho años. Así lo conté hace tiempo, en este artículo que reproduzco de nuevo en este blog y que por su importancia en en impacto ambiental entiendo que merece difundirse algo más.
Espero que os guste.
"SAX-40 Y LA AVIACIÓN ECOLÓGICA"
(publicado en "la flecha" en noviembre de 2.007)
En noviembre de 2006 se presentó
a los medios de comunicación el SAX-40, un avión capaz de despegar y aterrizar
de manera que sólo se oiga en las cercanías de la pista del aeropuerto e
imperceptible en vuelo. Pero este no es más que el más destacado de los
proyectos en tecnología aeronáutica destinados a cuidar el medio ambiente.
Todos somos conscientes del enorme avance que
ha supuesto el transporte aéreo en las comunicaciones mundiales. Ésta ha
posibilitado poder cruzar un continente en unas horas, ha agilizado mercados,
abierto líneas de negocios, ha brindado la posibilidad de conocer nuevas
culturas a los viajeros y todo ello en un tiempo relativamente corto. Algo tan
impensable como recibir envíos de correo desde la parte opuesta de globo en
poco menos de una semana es un hecho cotidiano. Sin embargo, no todo son
ventajas. Todo este aumento del tráfico aéreo tiene un impacto directo en el
medio ambiente. El panorama actual ya arroja cifras alarmantes en cuanto a los
efectos en la capa de ozono y las emisiones de CO2, y si las expectativas son
de un crecimiento del número de vuelos, es preciso tomar las medidas necesarias
para cuidar del entorno. Existe otro punto negativo en contra del transporte
aéreo. Éste no es otro que el ruido. Un elemento contaminante de importancia
tanto mayor que los otros citados, si no para el propio entorno, para los
habitantes del planeta. El problema principal reside en las emisiones en las
zonas cercanas a los aeropuertos y bajo las sendas de aproximación y despegue.
Si el tráfico aéreo va en aumento, se incrementa también el ruido y dado que se
ampliarán y construirán más aeropuertos debido a la demanda, se ve necesario
buscar una solución. Teniendo en cuenta que con la liberalización de las rutas
aéreas y el apogeo de las aerolíneas de bajo coste se producirá un aumento
importante de los vuelos (se prevé que se duplique dentro de veinticinco años)
y con ello el factor ruido. Con esta perspectiva se promovió en 2003 la
denominada "iniciativa de avión silencioso" (del inglés "Silent
Aircraft Iniciative" o SAI), en la que se acordó la colaboración entre la
universidad de Cambridge y el MIT. El proyecto conjunto fue financiado con 2,3
millones de libras, liderado por la profesora Ann Dowling de la universidad de
Cambridge, y Ed Greizer por el MIT. La idea era atacar el problema desde una
perspectiva multidisciplinar, por lo que se integraron equipos de diseño de
diferentes áreas.
Como punto de partida, se enumeraron las
causas de ruido en las aeronaves. Por una parte tenemos a los motores, fuente
principal del ruido, causado por los gases de salida de la tobera a alta
velocidad, así como el producido en la salida del "fan", situado en
la parte delantera del sistema propulsor. Otro factor, no menos importante, es
el ruido aerodinámico. Éste es el ruido producido por las turbulencias del aire
al tropezar con elementos de la aeronave tales como flaps, slats o el propio
tren de aterrizaje desplegado. Está demostrado que en la maniobra de
aproximación al aeropuerto, su contribución es similar a la producida por los
motores.
A partir de esta información se propusieron
varias soluciones para reducir dichas emisiones. Una de ellas era que el propio
cuerpo de la aeronave hiciese de escudo acústico del ruido procedente de los
motores, ubicando las plantas motrices dentro del fuselaje. De esta manera se
podría canalizar el flujo de entrada y salida de los motores incorporando
sistemas de amortiguación del ruido. En segundo lugar, como solución al ruido
aerodinámico, había que buscar un diseño óptimo para evitar todo lo posible
fuentes de turbulencias. Ello condujo a considerar un concepto de aeronave poco
usual, pero no tan nuevo como parece: el de cuerpo sustentante, en el que ala y
fuselaje se fusionan en un mismo volumen, que contribuye todo éste a la
sustentación. Algunos de estos diseños primitivos, como los realizados por los
hemanos Horten en los años 40 o los desarrollos de Nortrhop con sus alas
volantes eran simplemente alas autoestables dotadas de un sistema de
propulsión; otros, como el "X-20 DYNA SOAR", o el X24B, sugerían una
forma intermedia entre los primeros y las configuraciones habituales. En el
caso que nos ocupa, los ingenieros del proyecto adoptaron el segundo caso, con
un diseño que "fusionaba" alas y fuselaje y que denominaron en inglés
"Blended Wing Body" o BWB. Tanto éste proyecto, como El X48B, el desarrollado
por Boeing y la NASA, siguieron por este camino.
Con esta idea se realizaron numerosos diseños
de los cuales salieron tres generaciones conceptuales, denominadas
"SAX-10", "SAX-20" y "SAX-40", ésta última, fue
presentada a los medios de comunicación en noviembre de 2006 con la promesa por
parte de sus diseñadores de emitir hasta 65 decibelios en despegue y
aterrizaje, frente a los 90 de los aviones actuales. El SAX-40 será capaz de
trasportar 215 pasajeros a Mach 0.8, similar a un Boeing 757, con un radio de
alcance de 5.000 millas náuticas Tendrá una longitud de 44 metros y una
envergadura de 76,5 metros.
Las consecuencias derivadas
de esto son que se ha conseguido además de reducir el ruido, mejorar el consumo
de combustible. Esto se ha conseguido al minimizar la resistencia aerodinámica
y tener una menor demanda de empuje. Se asegura que el gasto de combustible por
pasajero es de es 149 pasajeros-milla por galón, equivalente al vehículo
híbrido Toyota Prius transportando dos pasajeros.A pesar de las buenas
expectativas que nos brinda este diseño, hay que citar varios puntos negativos.
El primero es algo trivial desde el punto de vista tecnológico pero no del
humano y es que no hay ventanillas. Esto puede ser un problema para personas
que sufran claustrofobia, por citar un caso claro. Como solución Podría
subsanarse integrando sistemas de visualización electrónica reproduciendo la
visión del exterior. Otro inconveniente del SAX-40 lo tiene la dificultad de
acceso a los motores, encerrados dentro de la aeronave y que "cuelga"
de las alas y la parte trasera del fuselaje en las aeronaves actuales. Deberán
proveerse de medios para proporcionar un fácil montaje y desmontaje de
elementos que precisen sustituirse, así como reducir al máximo la tasa de desmontajes
del propio motor. Este problema se ha evitado en el X-48B adoptando la solución
de ubicar los motores sobre la parte trasera del fuselaje. De esta manera, el
ruido rebota sobre el extradós de la aeronave dirigiéndolo hacia arriba.Las
expectativas son que el primer avión basado en el SAX-40 entre en servicio en
el 2030. Para esa fecha es seguro que todos los escollos se hayan salvado,
merced al trabajo del numeroso equipo de especialistas y los futuros, avances,
tales como el desarrollo de propulsión criogénica, que ya dio sus frutos con el
TU-155 y TU-156, den un salto cualitativo a este prometedor proyecto, brindando
las comodidades del transporte aéreo pero cuidando un poco más de nuestro
planeta ya bastante dañado
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