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jueves, 28 de septiembre de 2017

UNA BASE EN LA LUNA: EL REGRESO DEFINITIVO

Fuente: ESA

Recientemente los medios han difundido la noticia [1] y [2] de un acuerdo entre Rusia y los EEUU para construir y poner en órbita una estación espacial en La Luna.
Esta futura estación espacial lunar servirá igualmente a que los investigadores puedan realizar trabajos en un entorno privilegiado. Junto con esto, sería una base intermedia para un viaje al planeta Marte, tal y como vaticinan, para 2030.
Esta estación lunar significaría el regreso de las misiones tripuladas a La Luna. La última fue en 1.972, con el Apolo XVII, una misión en la que uno de sus tripulantes fue un científico, el geólogo Harrison Schmidt.
Junto con este proyecto, La Agencia Espacial Europea persigue ir más allá, construyendo una base en la superficie Lunar. Su director, Jan Wörner, declaró el pasado febrero de 2016 el plan de construir una base permanente, “una estación abierta a los diferentes estados miembros de todo el mundo”




¿Cuáles son las razones que justificarían este proyecto? Una es la disponibilidad de recursos naturales. En la luna hay los metales, minerales y agua helada. Otro gran recurso Lunar es el helio-3, capaz, según Ouyang Ziyuan, científico jefe del Programa de Exploración Lunar chino, de resolver los problemas energéticos del mundo, como fuente de energía de fusión nuclear. Otra sería la posibilidad de tener unas plataformas de observación astronómicas. Se podría situar, como indica el director de la ESA, Wörner, “un telescopio de radio en la cara oculta de la luna”. Y de igual modo que plantean para la estación orbital, una base Lunar serviría como rampa de salida para misiones interplanetarias.
Desde tiempos de la carrera espacial se han propuesto ideas acerca de cómo sería una base Lunar. Incluso el cine y la televisión se hicieron eco de este propósito (recordemos “2001, una Odisea en el Espacio” y “Espacio 1999”). En ambas, se esperaba la existencia de una colonia Lunar en los albores del siglo, pero ya casi dos décadas más tarde, la situación de los vuelos tripulados es prácticamente similar a los inicios de la era espacial.
Base luna "alpha" de la serie "espacio 1999"
Las dificultades de llevar a cabo esta empresa lo explican. Para llevar a cabo este sueño, se nos plantean importantes factores a tener en cuenta. Nos encontraríamos en un entorno hostil, sometido a radiación y a temperaturas extremas, sin alimentos ni atmósfera respirable. Para ello habría que realizar construcciones robustas, capaces de soportar estas condiciones extremas y así mantener de forma segura a los ocupantes de la base. Asimismo, sería necesario establecer un sistema de suministros desde La Tierra, similar al de la Estación Espacial Internacional, que abastece de oxígeno, agua y alimentos a los astronautas.
Todo ello implica además unos enormes costes, tanto para transportar esas estructuras desde La Tierra como para mantener una flota permanente de lanzadores hacia La Luna. 
De acuerdo a las fuentes consultadas [6], el coste de construcción de una base lunar oscilaría entre 10 mil a 35 mil millones de dólares, y su mantenimiento será de 7 mil 350 millones de dólares al año. Por ello se entiende que las grandes misiones espaciales sean emprendidas merced a acuerdos internacionales, como el que han suscrito los EEUU y Rusia.
Para afrontarlo, la Agencia Espacial Europea propone una solución, basada en aprovechar uno de los recursos lunares: el polvo lunar. Bernard Foing, director del Grupo Internacional de Exploración Lunar explica cómo hacerlo: "Una de las ideas que se nos ocurrió fue que podíamos utilizar este material en tres dimensiones para construir una estructura o módulo lunar habitable; y creemos que se puede hacer, es posible. Nuestro concepto es que un vehículo robot aterrice en la superficie de la luna, infle una especie de cúpula hinchable que sirva de base para construir la capa protectora que protegerá a los astronautas en su interior sin peligro".




 
En la construcción de dicha capa protectora se emplearían tecnologías basadas en la denominada “fabricación aditiva”, es decir, empleando una “impresora 3D” gigante que depositara el polvo lunar. Esta solución fue desarrollada por el arquitecto británico Norman Foster [5].
En cuanto al mantenimiento, podemos pensar que habría que abastecer, del mismo modo que con la ISS, de recursos como oxígeno, alimentos y agua. En relación a esto, Bernard Foing, se fija en la disponibilidad de recursos de nuestro satélite, tanto de hielo, como de luz solar. En relación al oxígeno, es posible extraerlo de las rocas lunares:
“La Luna está llena de recursos. Hemos encontrado hielo en los polos lunares, y hemos encontrado áreas expuestas constantemente a la luz del día. Estos lugares nos pueden ofrecer los recursos que necesitamos para la construcción y el sostenimiento de los astronautas en la base lunar”
Pese a la plausibilidad de este proyecto, se necesitan aún 20 años hasta que toda la tecnología esté lista. Lo importante es ponerse en pie para comenzar a desarrollar toda esta tecnología, “reiniciar el ciclo”, como afirma Andreas Mogensen, Astronauta de la ESA.
La estación orbital en la luna será otro paso de la humanidad. Sin embargo, el nuevo “gran salto” lo emprenderemos cuando el hombre haya establecido la primera base Lunar, abandonar por primera vez  “la cuna de la humanidad”, como decía Konstantin Tsiolkowsky.






Referencias
[1] Rusia y EEUU construirán juntos una estación espacial que orbitará la Luna
[2] NASA NASA, Roscosmos Sign Joint Statement on Researching, Exploring Deep Space
[3] ¿Listos para construir una base permanente en La Luna?
[4] Todos los detalles sobre la base que Europa planea construir en la Luna
[5] Una impresora 3D podría construir la primera base lunar
[6] The case for a Moon base
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viernes, 8 de septiembre de 2017

MURMULLOS DE LA TIERRA (40 AÑOS DEL DISCO DEL VOYAGER)

El pasado 5 de septiembre de 2017 se conmemoró el lanzamiento de la misión Voyager 1. Curiosamente, su compañera, la Voyager 2, fue lanzada antes, en agosto de dicho año. Junto con ésta, la misión Voyager posee otras peculiaridades que la destacan del resto de las misiones espaciales. De todas ellas, hay dos especialmente importantes.
La primera es que se trata de la misión espacial más exitosa. Su duración estaba prevista para cuatro años y ya lleva cuarenta. El objetivo principal de ambas misiones consistía en explorar los planetas exteriores. Y el resultado fue espectacular. Realizó importantes descubrimientos, y una vez alcanzados los planes de exploración previstos, prosiguió. Y aún sigue haciéndolo, enviando todavía datos científicos a La Tierra.
La segunda es que es la primera sonda espacial que abandona el sistema solar. La Voyager1 Lo hizo en 2012, aunque estrictamente hablando, lo que ha abandonado es la heliosfera. El hecho es que es el objeto terrestre que ha alcanzado la distancia más lejana, habiendo recorrido más de 20.700 millones de kilómetros. El Voyager envió la fotografía de La Tierra más lejana, a 6.000 millones de kilómetros, como “un punto azul pálido” a que se refirió Carl Sagan.
Las sondas Voyager viajan actualmente a una velocidad de 48.000 kilómetros por hora. La situación actual de la misión Voyager la podéis revisar en este enlace.
Conmemorando la gesta del Voyager 1 y 2, me gustaría recordar mi experiencia personal al respecto, obviamente como espectador. Trata de otra peculiaridad importante que caracterizaba a esta misión.  Un libro que cayó en mis manos allá por el año 1.981.


El libro se titula "Murmullos de la Tierra”, y su autor era un entonces poco conocido Carl Sagan (La serie Cosmos, no se emitio hasta 1.984). El  libro describe el contenido de un mensaje que portaban las dos sondas Voyeger, con el fin de que una civilización extraterrestre conociera nuestro planeta. Este mensaje iba contenido en un disco dorado, con instrucciones para poder reproducirlo.
Disco fonográfico de las sondas Voyager (NASA)
La tecnología de entonces, los años 70, era tal que se eligió un disco fonográfico de cobre recubierto de oro. Supongo que si la misión Voyager hubiera partido en nuestra época, sería un mp3 grabado en un disco de estado sólido (SSD), mucho más ligero y con mayor capacidad.
La capacidad de este disco fue de 90 minutos de música, otros sonidos como el del despegue del Saturno V, 118 imágenes codificadas en forma de sonido, saludos en 55 idiomas, entre otros.
El responsable del contenido de dicho disco fue el  entonces poco conocido Carl Sagan, quienes él y el resto del equipo fueron autores de un libro sobre el este mensaje interestelar.
Aunque este libro ya está descatalogado, quien no pueda conseguirlo tiene la gran oportunidad de acceder a la página oficial de la NASA de la misión Voyager, en el que podrá consultar otros datos muy interesantes sobre el disco del Voyager.
Es extraordinaria la imagen nostálgica de ambas sondas planetarias, reproduciendo este disco dorado con voces, canciones y mensajes de los habitantes de la tierra, así imágenes, unos "murmullos", que con poca esperanza serán escuchados.
Mientras las Voyager emprenden su viaje, antes de que se desconecten definitivamente sus instrumentos, allá por 2030, éstas proseguirán surcando el espacio interestelar. Tal y como indican los especialistas, una vez abandonado el sistema solar, el Voyager 1 podrá alcanzar otra estrella dentro de 40.000 años, cuando lo que fuimos y somos ya solo forma parte de un recuerdo, grabado en dos discos dorados de 12 pulgadas.


Referencias
Página oficial de la misión Voyager
Misión Voyager: 40 años del viaje que ha llevado al hombre al espaciointerestelar
Carl Sagan y varios autores. Murmullos de La Tierra. El mensaje interestalar del Voyager. Ed. Planeta. 1981







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