El pasado 4 de septiembre Bryan May, guitarrista del grupo Queen y doctor en astrofísica, anunció que la unión astronómica internacional había designado al asteroide 17473 con el nombre de FreddieMercury. Se trata de un asteroide descubierto en 1.991, el mismo año del fallecimiento del vocalista de Queen. Cuatro días más tarde, la NASA anuncio el despegue del cohete Atlas V que transporta la sonda OSIRIS-REX. Su misión es viajar hacia el asteroide Bennu, con el fin de estudiar su composición, y traer de vuelta a la tierra unas muestras, allá para 2023. Los datos obtenidos de OSIRIS-REX proporcionaran una información de gran valor para estudiar el origen del sistema solar.
Ambas noticias ponen de nuevo a estos “objetos menores” del sistema solar en el punto de mira de la actualidad. Estos cuerpos celestes que orbitan entre Marte y Júpiter, y cuyo tamaño oscila entre los 35 a los 1.000 kilómetros. Desde que se planteó teóricamente su existencia en el siglo XVIII hasta hoy se han identificado unos 20.000(El astrónomo español José Comás Solá descubrió once asteroides, como el 804 Hispania, el 925 Alphonsina o el 945 Barcelona, gracias a un procedimiento fotográfico ideado por él), y cuya masa total es únicamente 2.500 veces inferior a la del planeta Tierra.
Hay asteroides que orbitan alrededor de otros mayores, y asteroides que alcanzaron la órbita de planetas, como Deimos y Phobos, para convertirse en satélites. Su composición es igualmente variada, desde materiales metálicos como el hierro o el níquel, hasta los “condritos carbonáceos”, compuestos por la materia primigenia del sistema solar, como es el caso de Bennu, objetivo de la OSIRIS-REX. Esta misión de la NASA continúa los proyectos científicos destinados a conocer mejor esta región del sistema solar. Desde 1.971 hasta hoy, las sondas interplanetarias han fotografiado, aterrizado y finalmente extraído muestras de los asteroides. Tres cuartas partes de ellos se componen los “condritos carbonáceos” anteriormente mencionados, lo que explica el enorme interés de los científicos planetarios en estudiar su composición.
La minería de los asteroides
También mencionamos otro tipo de asteroides, los “M” o compuestos de metales que son objeto de interés, aunque no por parte de los científicos, sino como un posible recurso de explotación. Estos asteroides contienen metales como el hierro, níquel, titanio o incluso oro y platino. Se especula con que un solo asteroide de 500 metros podría contener el equivalente a todo el platino conseguido en las minas de la Tierra durante toda la Historia.” “otras estimaciones realizadas sostienen que es posible obtener un beneficio potencial de 500.000 millones de dólares, con un asteroide de 50 metros.
Esto ha desatado una “fiebre del oro espacial” y la industria de EEUU ya se ha puesto “en ruta”, con empresas como DeepSpace o Planetary Resources. La propuesta de DeepSpace Industries es la de emplear sondas espaciales en los asteroides denominados “cercanos a la Tierra, es decir, cuya órbita (que, en algún momento de sus órbitas, pasan a menos de 0,3 Unidades Astronómicas de nosotros, o lo que es lo mismo, a menos de unos 40 millones de km). Además de metales, el descubrimiento de hielo en Ceres en 2005 también brinda otra oportunidad en la explotación de recursos de los asteroides. La disponibilidad de agua en el espacio permite entre otras posibilidades, la de producir hidrógeno y oxígeno para emplearlo como propergoles. Esta es la idea que plantea Planetary Resources, una iniciativa promovida en 2012 entre otros por el director de cine James Cameron o el fundador de Google Larry Page. La propuesta de Planetary Resources tiene sus detractores, quienes argumentan que no es rentable, basándose en el hecho de que el coste de traer a la Tierra 60 gramos de asteroide a nuestro planeta por la misión OSIRIS-REX asciende a mil millones de dólares. Esta explotación de recursos in-situ, beneficiaria el desarrollo de misiones espaciales de gran envergadura, incluso podríamos especular que tripuladas, al permitir obtener recursos valiosos sin necesidad de elevarlos costosamente al espacio.
Para que dichas iniciativas y otras posteriores sean factibles, el coste de su extracción y proceso en el espacio debe es menor que su envío desde nuestro planeta. Algo que hoy en día, no sabemos.
La viabilidad de la minería espacial es igualmente argumentada desde la perspectiva disponibilidad de los recursos, es decir, que finalmente no podamos disponer de esta materia prima al agotarse en la Tierra. Determinadas fuentes argumentan que metales básicos para la industria, tales como el plomo, el estaño, el zinc o incluso la plata podrían agotarse dentro de seis décadas. Entonces, la cuestión inmediata es cómo extraer dichos minerales de una forma lo más económica posible. Se puede descartar casi inmediatamente esa imagen de los “mineros espaciales” ataviados con sus trajes presurizados y taladrando en la superficie de uno de esos pequeños asteroides. Es evidente que estos medios de extracción minera deben ser llevados a cabo por sistemas semiautomáticos o totalmente autónomos. Hay que tener igualmente en cuenta cuestiones como las posibilidades de colisión de fragmentos de otros asteroides o el hecho de que las distancias entre uno y otro son enormes.
Aparte de las técnicas, están las consideraciones legales. El tratado del espacio exterior de 1.967 ya prohíbe que ningún gobierno se apropie de cuerpos celestes. Algo que para los EEUU no es incompatible con la posible explotación o propiedad de los recursos obtenidos por empresas privadas. De acuerdo a esto, en noviembre de 2015 Estados Unidos promulgó la “Ley del Espacio”, en la que se permite la explotación de los asteroides a quienes pueden llevar a cabo estas actividades, no obstante sin que se intente reclamar su soberanía. En Europa, Luxemburgo ha sido la primera nación en presentar una normativa en relación a la explotación de minería espacial que está prevista se promulgue en 2017.
El riesgo de los asteroides
Si la “fiebre del oro espacial” o el interés por saber más sobre el origen de nuestro sistema solar animan a los expertos a fijar su atención hacia los asteroides, existe además. Otra cuestión no menos importante. El incidente de Chelyabinsk (Siberia) en 2013 nos recordó el riesgo real del impacto de cuerpos celestes. Chelyabinsk, con un balance de 1.500 heridos, nos recuerda inmediatamente al incidente de Tunguska, también en Siberia. Hasta hace poco, y por la falta de pruebas fehacientes, se creía que el caso de Tunguska fue causado por el resto de un cometa (recordemos aquel episodio de Cosmos). Sin embargo, ahora se tiene más certeza de que se trató de un “pequeño” asteroide de unos 35m. Su entrada en la atmósfera a gran velocidad e impacto en la Superficie Terreste tuvieron un efecto similar a una explosión nuclear, tal y como se indica en algunas fuentes, del orden de 185 veces Hiroshima. Otros cráteres y restos de impactos de cuerpos celestes demuestran que esto, aunque poco probable, es posible. Asimismo, La teoría que explica el fin de los dinosaurios se basa en la caída de un enorme meteorito de 10 km de diámetro, que produjo un efecto equivalente al “invierno nuclear”. Los científicos estiman una probabilidad de que ocurra un impacto como el de Tunguska una vez cada 300 años. Aunque, de acuerdo aún queda mucho tiempo, contando desde dicho suceso, ocurrido un 30 de junio de 1.908, celebridades como el director de cine Grigorij Richters y el mismo Brian May buscan concienciar de la importancia de esto, y para ello conmemoran la fecha del impacto de Tunguska como el día del asteroide.
Centinelas del cielo
Con este fin, existen actualmente proyectos destinados a la identificación y control de los cuerpos celestes, principalmente los denominados potencialmente peligrosos (PHA en inglés). El observatorio astronómico de La Sagra, en la provincia de Granada, participa en esta actividad, como miembro de la Spaceguard Foundation. Igualmente, podemos mencionar el proyecto Stardust, de la Agencia Espacial Europea, saí como la Red Internacional de Alerta de Asteroides. Esta última, se trata de una iniciativa suscrita por agencias espaciales de todo el mundo, así como astrónomos profesionales y aficionados que se dedican a identificar y controlar objetos cercanos a la Tierra.
Referencias
[1] Freddie Mercury, de estrella a asteroide
[2] Página de la NASA de la misión OSIRIS-REX
[3] Cometas y asteroides Pedro José Gutiérrez Buenestado, 2012. publicaciones CSIC
[4] La minería espacial, un mercado en busca de regulación
[5] Estalla la fiebre del oro espacial
[6] 10 impactos de asteroides contra la Tierra
[7] Asteroides, ¿Cuál es el riesgo?
[8] Proponen el "dia del asteroide" para evitar el fin del mundo
[9] La “Asteroid Impact Mission”
[10] El Proyecto stardust
Muy bueno. Vamos camino de escenarios tipo 'Blade Runner' o 'Atmósfera Cero'.
ResponderEliminarPues eso parece, Carlos. Aunque aun faltan unos cuantos años.
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